La Mente, el Ego y la Meditación

¿Por qué meditar puede ser difícil?

La mente está hecha para pensar, razonar y tratar de entender.  Su función es percibir e incluso distorsionar, si lo cree necesario. Especialmente si la verdad que percibe atenta contra su corrupta programación, producto del aprendizaje voluntario o involuntario y de la presión y sujeción cultural.

Nuestra relación con la mente no es la de entenderla, ni mucho menos observar sus patrones. No tendemos a observar nuestros pensamientos. De hecho, un principiante en la práctica meditativa se sorprenderá de la cantidad de cosas, pensamientos, símbolos, imágenes, historias y fantasías que produce nuestra mente cuando la tratamos de recoger.

Nuestra vida ocurre en la mente, es ahí donde pasamos la mayor parte del tiempo, pero ese lugar nos es poco conocido. Nuestra relación con la mente está basada en las interpretaciones y la relación de esta con el mundo exterior.

El ego por su parte, no le interesa que observes la mente, pues su personalidad, su existencia, depende de cómo la mente percibe al mundo exterior: los demás, lo otro, los otros.

Y cuando la mente va hacia adentro, el Ego deja de ser, pues se va reduciendo su visión con relación a los demás.

Precisamente lo que la mente aporta, es una visión con relación a “LO OTRO” y esa visión es precisamente lo que da vida al ego.

Por otro lado, la meditación es ir hacia adentro.  Hacia donde no nos han enseñado a estar. En la paz, la claridad total. Sin influencias externas.  Donde vemos la pureza y lo diáfano del programa virtual que llamamos “MENTE”. Dije bien… Vemos.

La meditación nos permite ver aspectos de nuestro ser.

Conocer nuestra mente.

Conocernos a nosotros mismos.

La meditación te brinda la oportunidad de regresar a tu verdadero yo. Al que eres, al que no tiene constructos mentales impuestos socialmente, al que no emite juicios.

Créeme amigo lector, que hay personas que ven esto como un atentado contra su persona, pues saben o han oído que la meditación trae paz, sosiego, unidad, compasión, amor, sabiduría. Y el ego necesita de todo lo contrario.

“Yo sé meditar.” “Yo no tengo tiempo.” “Te aviso.” “No lo necesito.”

La meditación te lleva al momento presente donde no hay razón para emitir juicios o establecer las diferencias de una mente condicionada y presa de sus propios pensamientos.

Permíteme explicártelo a través de una de las películas filosóficas más modernas.

En The Matrix, Neo  (Keanu Reeves) se encuentra con Morpheus quien le plantea lo siguiente:

La pastilla azul te permitirá mantenerte en la “realidad” fabricada de la Matrix, el Ego y la sujeción cultural.  La pastilla roja es la llave para salir de ella, encontrarte contigo y despertar.  Neo escogió la pastilla roja.

¿Cuál escoges tú?

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