MUJERES.

Mujeres.

Según mi mejor recuerdo nunca había ocurrido una manifestación de mujeres tan grande.  Esta nunca antes vista, poderosa y contundente demostración, es evidencia de que el silencio no vociferante en que la energía femenina se proyecta no es indicativo de que sea débil, ni que no se sepa hacer sentir.

Sin lugar a dudas, un cambio de conciencia de forma sustancial es imperante para el progreso y la evolución de la nueva generación que se levanta, y la pasada manifestación es una señal inequívoca de que nuestra manera de ver la mujer es parte de ese cambio.

Ante los grandes retos como el calentamiento global, la seguridad alimenticia de casi 9 billones de habitantes y la crisis económica mundial, la encajonada, limitada y geométricamente lineal forma de pensar masculina, de que es por las reglas y nada más que por las reglas, limita la capacidad de crear. Por tanto, la manera curva, amplia y visionaria de la energía femenina que rompe el patrón y pregunta… ¿qué tal si lo tratamos así? es imperante pues la situación requiere que hagamos las cosas de forma diferente.

Tiempos de grandes desarrollos como las llamadas Eras doradas, le deben su marcado paso en la historia a grandes mujeres. Esas Eras doradas fueron espacios de tiempo donde una manifestación de la energía femenina permeó en la literatura, la música, el teatro, la pintura y la poesía, trayendo más sabiduría, conocimiento, armonía, paz y seguridad.  Mujeres como Hipatia, quien fuera asesinada por las hordas religiosas, dieron espacio a que la energía femenina creara y se expandiera, dando lugar a grandes obras y descubrimientos que marcaron nuestra historia.   Pero el miedo varonil de perder el control y el miedo de la mujer a reclamar su parte en esta co- creación, se entronizó, dando lugar al ya conocido discrimen contra la mujer.

El vil rechazo de lo emocional, por relacionarlo con lo femenino, llego al extremo de educar a los varones diciéndole que los hombres no lloran.  Idiotez que muchas mujeres creyeron, llevándolas a ocultar sus emociones con el supuesto fin de demostrar “fortaleza.”

Pero, ni la ejecución de miles de mujeres acusadas de brujería y el intento de secuestrar y controlar su carácter emotivo y su sexualidad ha logrado acallar el a veces durmiente reclamo de igualdad y respeto.

A veces se nos olvida que las mujeres han cambiado el giro de la historia.  ¿Cómo hubiera sido la historia si la reina Isabel no hubiera decidido invertir parte de su fortuna en el viaje de Colón? ¿Cuál hubiera sido la historia de Argentina sin una Evita Perón? ¿Cómo sería la vida de las personas con discapacidad sin una Helen Keller? ¿Cuál hubiera sido la historia de los Estados Unidos, sin una negra y valerosa mujer como Rosa Parks quien en 1955 se negó a abandonar y ceder su asiento a un pasajero blanco??

Como cedro que perfuma el hacha que le corta y pese a la misoginica  actitud de algunos llamados líderes, la madre tierra sigue produciendo mujeres como Isabel Allende, con los cuentos de Eva Luna y mujeres del calibre de Mayra Montero, periodista y autora latino americana que nos sedujo con su libro La última noche que pasé contigo y Yolanda Arrollo con una poesía lesboerótica y rebelde que enciende las pasiones de todo género.  Mujeres como estas hacen que el mundo deje ver a la mujer desde la visión extremista, rígida y patriarcal de los opuestos, donde o se es santa como María o libertina y puta como Jezabel.

Mega protestas como las que estamos viendo son necesarias si queremos dejar de vivir en la imposición de lo absurdo y entender que hombres y mujeres somos las dos caras de la moneda, el conocido y antiguo Yin y Yan.

La nueva visión de mundo que estamos co- creando requiere el reconocimiento de la energía vital femenina y que la hostilidad varonil y patriarcal que nos lleva a arremeter contra lo que no creemos que es justo o correcto, comience a abrazar la fuerza de la compasión y el gran tesoro devocional. creativo y trascendente de la energía femenina.

Es necesario que la temeridad masculina y la astucia femenina se unan y se propicie un balance entre dar y recibir, de hacer y de ser, de pensar y de sentir y que podamos echar a un lado las hostilidades.  Un desarrollo balanceado de lo que somos, requiere el reconocimiento de la esencia que nos hace iguales y dignos de libertad y de respeto. No se trata de pasar el batón del  dominio de un sexo o una raza sobre otra. Se trata de regresar a lo más básico y entender que existen diferencias, que somos diferentes y que en ellas nos complementamos.

Nuestro futuro, nuestra sanidad como raza y la sanidad del planeta, requiere de la más alta vibración planetaria, que es nuestra propia vibración. El que podamos tener “control” de nuestro futuro dependerá de cuán balanceadas se encuentren esas complementarias energías de nuestra manifestación Divina

Por. Wilfredo Robles

 

 

 

 

 

 

Facebook Comments